martes, 15 de mayo de 2007

Article sobre Gloria - Las Provincias

Glòria Marcos
La política como posibilidad

Las Provincias, 15/05/2007
TEXTO: MARÍA JOSÉ POU AMÉRIGO
ILUSTRACIÓN: EMEBÉ/

Debe de ser difícil saberse candidato útil, pues a priori todas las personas quieren sentirse útiles en su labor y, sobre todo, porque lo contrario deprime a cualquiera. Saberse “inútil” no es agradable ni siquiera en política.
La política es la ciencia de la posibilidad. Posibilidad de hacer real lo deseable o bien posibilidad sin más. La primera es la capacidad de actuar que tienen los grandes partidos al presentar una propuesta de gobierno con la que sintonizar con los ciudadanos. Es decir, con aquellos que desean hacer realidad lo mismo que ellos; si puede ser, con aquellos que conforman la mayoría.
La segunda, la “posibilidad sin más”, se refiere a candidatos, programas o partidos que no llegan a ser alternativa por sí mismos sino por asociación con otros. Se quedan en posibilidad eterna pues no pueden acceder al gobierno si no es gracias a la ayuda de otro partido más fuerte que lo necesita para ejercer el poder. En ese papel están ahora Glòria Marcos y Esquerra Unida, es decir, en salir de su desierto de “posibilidad sin más” para caminar hacia un cierto oasis llamado “Compromís”.
El rol de Glòria Marcos recibe muchos nombres: bisagra, tercera vía o comodín. Se llame como se llame significa que, ante la “misión imposible” de gobernar en solitario, Marcos podrá dejarse querer y pactar razonablemente con la izquierda. Es un sentido distinto de la posibilidad muy propio de la política que ha dado lugar a toda una corriente conocida como “posibilismo”: si no puede conseguirse lo deseable, hagamos todo lo posible. Y eso, para muchos en política, significa acceder al poder sea en las condiciones que sea, razonando que solo así se puede llegar a desarrollar siquiera un 5% de lo pretendido. Mejor eso que lo contrario.
Es el objetivo de los pequeños partidos como el que lidera Glòria Marcos, no en vano su constante reivindicación es el fin del bipartidismo entre PP-CV y PSPV ya sea en un debate electoral de televisión, ya sea en cualquier comparación de políticas pensadas para la Comunitat Valenciana.
Es un valor, el de la candidata de Esquerra Unida, muy importante para el periodo que se avecina, esto es, la condición de líder de una coalición o de una agrupación de fuerzas políticas con vistas a un mismo fin, si bien su acceso y mantenimiento en ese liderato no siempre ha sido suave y placentero como bien saben Josep Bort y Pasqual Mollà. De hecho, la llegada a la coordinación de Esquerra Unida tuvo que superar las diferencias entre los partidarios de los tres líderes motivadas, entre otras razones, por las distintas perspectivas respecto a los futuros pactos con los nacionalistas antes y después de las elecciones del 27 de mayo.
Es uno de los problemas de la alianza postelectoral que no consigue romper Marcos: el liderato es de dos, Camps y Pla, y, en vano, la única mujer en un mundo masculino reclama la superación de la bipolaridad, una superación que, además, introduciría por primera vez una candidata a la Generalitat Valenciana que ya va haciendo falta y que nos llega de la mano de Glòria Marcos. No ha sido fácil el camino hasta aquí pero tampoco ha sido fulminante. Ha sido una toma pacífica del poder por parte de Marcos en su formación política, ratificada recientemente por la mayoría a pesar de las discrepancias, que le ha aupado a la candidatura a la presidencia de la Generalitat. La forma de lograrlo no ha sido solo la tenacidad de una política batalladora desde los setenta en el ámbito sindical y muy especialmente en cuestiones relacionadas con la educación, sino también la adopción de un rol coherente a imagen y semejanza del Coordinador General, Gaspar Llamazares. Como él, Marcos hace un discurso cuyo sustrato ético es digno de aplauso si no fuera por la demagogia con la que salpican cualquier opinión, por la grandilocuencia que usan y por el toque histriónico del discurso. Como Llamazares, también Glòria Marcos apela a los tópicos y conjura a todos los fantasmas del presente, pasado y futuro como solo la izquierda radical sabe hacer. Es, posiblemente, la paradoja del discurso de EU, tan razonable en el fondo de su contenido y tan cuestionable en la superficie de su continente.
En cualquier caso, Glòria Marcos tiene su propia dinámica pero no parece lo suficientemente autónoma como para animar el voto de quienes podrían apoyarla sin pensar en lo que hay detrás. Es pura coherencia, sin duda, pero también supone la pérdida de una oportunidad posible.
Glòria Marcos sabe que, probablemente, no presidirá la Generalitat Valenciana pero es consciente de que su opinión, en la próxima legislatura, tal vez no sea solo un llamativo titular periodístico con el que llenar un faldón.
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